Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA

(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro



Comentario

Capítulo 24
Trata en este capítulo como boluieron los mensajeros de Monteçuma a Chal a sauer la terminaçión de ellos, e rresultos los chalcas no quer

Abido tendido los propios mensajeros la rrazón y demanda de Monteçuma y de Çihuacoatl, tomaron su camino para Chalco y, llegado allá, se ban a las casas de Cuatlecoatl, Cuateotl y Tonteoçiuhqui diziendo la oraçión de la demanda y, oyda por ellos, rrespondieron ambos jumtos Cuateotl y Tonteoçiuhteuctli: "¿Qué podemos dezir ni rresponder a la braueza de los prençipales y señores y todos los demás maçehuales y basallos sino que burlando ny de beras quieren hazerlo ni dar la piedra que piden los mexicanos? Con esta rrespuesta os bolued, mexicanos, y dezildes a bro rrey y señores lo que rresponden los chalcas, porque pretenden tomar sus armas y debisas, rrodelas, espadartes, arcos, flechas, para su defensa y seguridad". Despedidos los mexicanos de los chalcas, se bueluen a Mexico Tenuchtitlam. Llegados ante Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin, explicado la baxada que truxeron de Chalco, tan agria y áspera, rrespondieron los dos juntos, dixeron: "Sea norabuena. Yd y descansá bosotros del trauaxo, que luego se tenderá lo que más conbenga". Pasados dos o tres días, se juntaron Monteçuma y Tlacaelel. Dixo Monteçuma: "¿Qué os a paresçido de esta rrespuesta que nos biaron los chalcas? ¿Será bueno luego fuese nro poder a ellos? Mirá lo que os paresçe, bos sois primero en el saber y ordenar". Rrespondió Tlacaelel: "Señor, no es bien, no paresçe que ansí sea, sino que bayan dos hombres o prençipales mançebos a beer si bienen a nosotros o si están las partes que tengan guardas y belas esperándonos y, bisto están allá, moueremos tonçes nosotros a ellos, porque no digan los coximos durmiendo descuidados". [26v] Dixo Monteçuma: "Muy dicho está de esa manera, y ¿quién serán nuestros miradores y escuchas?" Dixo Tlacaeleltzin: "Señor, bayan buestros prençipales Xicoaoc y Tenamaztli teuctli". E les dixo: "Bení acá, hermanos mexicanos. Yd a ber en las partes que os paresçiere que podrán estar términos de los chalcas. Beréis y tenderéis qué hazen o si están belas y escuchas los chalcas y por qué parte les podremos trar con guerra". Dixeron los dos prençipales señores: "Ya nos ponemos camino y si caso los biéremos, desde allí nos bolueremos con toda presteza a dar abiso". Dixo Tlacaeleltzin: "Eso abéis de hazer con mucha breuedad". Y llegados la parte que dizen Techichco y no biendo a nadie, fueron adelante hasta Aztaapan. Tanpoco bieron a nadie. Ban adelante en Cuexomatitlam y bieron como allí se yban juntando poco a poco. Boluiéronse los dos mexicanos con mucha presteza. Dixeron como los chalcas estauan por su orden en escuadrones y por manera de rraya derechos y escoxiendo a los mançebos hechos y dispuestos. Boluiéronse y dixeron a Monteçuma: "Señor, esto que abemos bisto es lo que pasa del campo de los chalcas la parte de Cuaxomotitlan". Y, oydo por Monteçuma, díxoles: "Descansad, hermanos, y aparejá buestras armas". Y habló con Çihuacoatl: "Ya abéis oydo lo que ay y lo que pasa de estos de Chalco. Mirá agora lo que os paresçe se a de hazer". Rrespondió Tlacaelel, dixo: "Quiero dar abiso a Tlaacatecatl y a Tlacochcatl publiquen luego toda esta rrepública esta guerra por los barrios y por las escuelas de soldados (telpuchcalco)". Y luego, tendídolo Tlacatecatl, lo publicó con furioso ánimo, a fuego y sangre, y luego lo propio hizo Cacamatzin, diziéndoles: "Ea, mexicanos, aparexaos, que agora os biene y aparexa gran gloria, gran ganançia, muchos esclauos, muchas tierras. Paresçen balientes los chalcas, pero adonde están los mexicanos no pueden parárseles delante, sois bosotros los tigueres, leones, águilas furiosos, balientes. Y luego, tomadas todas buestras armas, bamos amanesçer a Aztahuacan para acometer el escuadrón de chalcas con balerosos ánimos y esfuerço de buestras personas". E luego, otro día, amanesçió el campo mexicano e Ytztapalapan y las guardas y escuchas yban delante dixeron: "Señores mexicanos, los chalcas son con nosotros". Aperçibiéronse de todo lo nesçesario a la guerra e luego Tlacaelel, capitán general: "Ea, mexicanos, no temáis, que no son leones ni tigueres ni sus armas más abentaxadas las buestras. Agora es ello. Ea, señor, y llamando a Huitzilopochtli con bosotros". Començaron los chalcas a bozear, y diziéndoles: "Ea, mexicanos, agora se a de beer el poder de los chalcas y la de los mexicanos". E dixéronles los mexicanos a los chalcas: "A eso, chalcas, somos benidos". E luego dio una gran boz Tlacaelel, diziendo: "¡A ellos, a ellos, mexicanos, son pocos [27r] y de poco efeto y balor!" Dando grandes alaridos y bozes, acometieron los mexicanos con tato ynpitu que del rrecuentro les lleuaron muy gran trecho, diziendo "¡Nenguno escape a bida!" Y como yba çerrando la noche, dixeron los chalcas: "Mexicanos, nosotros os començamos a mobeer esta guerra y no çesaremos en çinco ni seis ni diez días. Ya es noche, bamos a nras casas a descansar y mañana a las propias oras de oy aquí os aguardamos". Fueron contentos los mexicanos de ello y cada uno se tornó a su pueblo, espantados los unos de los otros. Llegados a Tenuchtitlan, abiendo contado a Monteçuma el susçeso y lo q estaua determinado, hasta la fin no abían de parar. Rreplicando Monteçuma al esfuerço, balentía grande hera menester para los chalcas, rrespondió Tlacateecatl y Atlixcatl: "Señor, cosa de esas no nos espantan ni pueden espantar. Y acuérdese buestra rreal memoria que fuimos, y lo fueron nros abuelos pasados, combatidos de muchos géneros de enemigos quando nos rrodearon en Chapultepec, pues nros abuelos tonçes eran mui pocos para la gran bentaxa de nosotros agora, pues a todos los bençieron y desbarataron y huyeron del gran balor mexicano. No os aternorize cosa alguno, que somos hijos de los chichimecos pasados mexicanos. bíense agora belas y guardas a todas partes, que es lo que nos haze al caso, y aliende bayan a todos los caminos a guardar, no bayan los chalcas a darles boz se lebanten contra nosotros nros pueblos bençidos de Azcapuçalco, Tacuba, Cuyuacan, Xochimilco, Cuitlabac, Mizquic, Tezcuco". Dixo Monteçuma: "Bien dezis, Çihuacoatl, y para ello bayan Tlilpotonqui y Tlacacochtoc y los nueuos mexicanos". Y, abiendo ydo, los caminos y pueblos estar todos sosegados, quietos, se boluieron a Mexico. Y, fechas sus rrelaçiones, dixo Monteçuma: "Esto se ha de hazer cada çinco días para esta guarda y defensa y nuestro rremedio".